Cómo manejar tus emociones y cambiar tus pensamientos

Las emociones forman una parte esencial de nuestra experiencia como seres humanos. Sin embargo, a veces sentimos que nuestras emociones nos controlan en lugar de ser nosotros quienes las controlamos. Si has sentido que estás atrapada en una montaña rusa emocional o desconectada de lo que sientes, este artículo es para ti. Aquí exploraremos cómo tomar el control de tus emociones, cambiando la narrativa que te cuentas y transformando tu relación con tus pensamientos.

Es normal experimentar una variedad de emociones, pero cuando nos dejamos llevar por ellas o intentamos evitarlas, estas comienzan a controlarnos. Ya sea reaccionando impulsivamente o utilizando la racionalidad para ignorar lo que sentimos, el resultado es el mismo: las emociones toman el mando.

Un ejemplo común es reaccionar ante una crítica de manera desproporcionada, sin tiempo para pensar. Esto sucede porque, en lugar de manejar la emoción, permitimos que esta dicte nuestras acciones.

Aprender a gestionar nuestras emociones es una habilidad clave que nos ayuda a vivir con más consciencia y claridad. Resistirlas no es la solución; por el contrario, las emociones necesitan ser sentidas y procesadas. Regular nuestras emociones no significa no sentirlas, sino darles espacio sin que nos arrastren.

Nuestras emociones suelen estar ligadas a patrones de pensamiento automáticos. De hecho, el 95% de los pensamientos que tenemos son inconscientes, y el 80% de ellos tienden a ser negativos. Es decir, nuestras creencias y experiencias pasadas moldean cómo percibimos la realidad.

Para romper con estos patrones, necesitamos ser conscientes de nuestras emociones, pensamientos y sensaciones corporales. Pregúntate: ¿Qué me estoy diciendo a mí misma? ¿Cómo puedo interpretar esta situación desde una perspectiva diferente?

Nuestros pensamientos generan emociones, que a su vez determinan nuestras acciones y, eventualmente, nuestros resultados. Cambiar la historia que nos contamos nos permite desarrollar nuevos hábitos y transformar nuestra forma de vivir.

Por ejemplo, si te sientes herido emocionalmente cuando alguien critica tu trabajo y comienzas a decirte "Equivocarse está mal", "Los errores son fracasos", "No me permito equivocarme", te paralizarás en esa situación. Si en cambio piensas "Mi valor no está determinado por mis resultados. Al reconocer mi valor, entiendo que la crítica no es hacia lo que soy. Puedo ver más objetivamente y entender mejor la situación", podrás reaccionar de manera más constructiva.